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¿Qué es la carga mental? Deja de dar demasiado de ti.

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Lunes por la tarde, son las seis.
Otro largo día de trabajo que se acaba.
¡Libre soy, libre soy!
¿Qué podrías hacer... leer con una mantita? ¿Ver tu serie favorita? ¿Disfrutar de una cerveza en terraza con amigos?

Oh no, no puedes, tenías pensado ir a comprar porque la nevera está vacía. Y la cesta de la ropa sucia está llena... Maldita sea, el fregadero está lleno de cuencos y tazas, también tendrás que fregar los platos. Ah, y lo de la plancha, ¡es verdad que se te arruga la blusa!

Espera, pero en realidad mañana es martes... Así que también tendrás que llevar a la pequeña a la escuela de música, y como el mayor tiene un trabajo de francés para el miércoles, seguro que necesitará tu ayuda para repasar sus lecciones. ¿El coche está en el taller el miércoles o el jueves? Y la cena del viernes con tus suegros: ¿qué vas a preparar para ellos?

Adiós a la cerveza en la terraza, nos vemos la semana que viene...
Oh no, para entonces la nevera estará vacía de nuevo.

Alerta  carga mental.

Sí, todo ese flujo de pensamientos que da vueltas en tu mente tiene un nombre: algo que es la carga mental.
Es un fenómeno que se refiere a lo que le ocurre a una persona que se encuentra haciendo malabares con un trabajo y una segunda responsabilidad: gestionar el horario del hogar, preparar las comidas, cuidar de la familia...

Una situación que quizá conozcas en tu vida cotidiana y que ahora denuncian las asociaciones feministas. Porque sí, es un fenómeno que afecta a la mayoría de las mujeres: 8 de cada 10 sufren de ello.

Por supuesto, ya que nos pagan menos, sufrimos violencias y soportamos el sexismo diario, también puedes añadir a todo esta carga adicional. Una carga más o menos, no cambia nada, ¿verdad?


1. ¿Qué es la carga mental?: un peso invisible

El cansancio, el estrés, la irritabilidad cuando no es un desgaste profesional (un estudio muestra que el 82% de los franceses cree que puede ser una consecuencia directa), es un fenómeno que hay que tomar muy en serio.

Es una verdadera "doble jornada", según los que hablan de ella: llegar a casa después del trabajo y tener que ocuparse de toda la casa significa no tener tiempo personal y estar bajo una presión suplementaria al volver a casa, después de ya haber tenido que asumir responsabilidades profesionales.

De hecho, al 62% de las mujeres les gustaría que las cosas cambiarán para poder tener algo de tiempo para ellas mismas, mientras que el 69% de los hombres no quiere que su participación en el hogar cambie.

Pero, ¿por qué tanta discrepancia?

Porque las mujeres se dedican principalmente a las tareas cotidianas comunes (tareas domésticas, compras, cocina, orden, horarios) mientras que los hombres se dedican más a las tareas individuales ocasionales (jardinería, bricolaje, mantenimiento del coche, etc.) Estas últimas tareas son a veces incluso actividades de ocio: y así, naturalmente, estos hombres no se dan cuenta del peso de las responsabilidades de su pareja, ya que son verdaderas amas de casa. Piensan en todo, ven todo, organizan todo.

Y esto va mucho más allá de la simple coordinación familiar y doméstica, como atestiguan cada vez más médicos. Muchos padres siguen (demasiado) despreocupados por el trato o la salud de sus hijos, y tienden a confiar en la madre, que actúa así como figura de referencia en la familia. El 95% de las mujeres piensan que son más responsables de sus hijos. Pero además, 1 de cada 2 hombres ya considera que cuida suficientemente a sus hijos....

Es casi irónico, ¿no?  Por lo general, se reconoce que el hombre tiene la autoridad en la familia (no en vano las mujeres son a menudo víctimas de violencias en sus propios hogares), mientras que se espera que la mujer se encargue de toda la logística del hogar, al contrario de su pareja.

No se habla de lo que es la carga mental para nada.  Es un peso invisible para los demás, pero que, sin embargo, pesa mucho sobre los hombros de las mujeres, que a veces dan aún más de sí durante el día para asegurar su trabajo.

Es un peso que, cuando se materializa, parece especialmente pesado. En un país occidental como el Reino Unido, una mujer acaba trabajando una media de dos años y medio más que su marido si se cuentan todas sus tareas diarias (cocinar, limpiar, cuidar a los niños) sumadas a su trabajo.
Dos graciosos años sin cobrar, por supuesto. Nos encantaría irnos de vacaciones para descansar.... ¿Y si pudieras ayudar a una mujer a salir de esta agotadora rutina diaria?

Según Maxime, que aceptó testificar sobre la carga mental que sufre a diario, es un verdadero trabajo a tiempo completo que le quita mucho tiempo. Su perspectiva masculina saca a la luz muchas verdades sobre la condición de la mujer.


2. El testimonio de Maxime

Así que dejaré la palabra a este padre que conoce muy bien el tema, ya que lleva años haciendo malabares entre el papel de hombre trabajador y de padre de familia.

"Cuando nació nuestra hija, yo ya teletrabajaba, mientras que mi mujer acababa de empezar su carrera. Así que era natural que los papeles se repartieran: yo era el que estaba en casa, gestionando las tareas domésticas diarias y cuidando del bebé, mientras que mi mujer era la que daba prioridad a su nueva carrera. Con el tiempo, nuestras posiciones se fortalecieron y acabé asumiendo este papel sin cuestionarlo.

Siento estas responsabilidades cada día en pequeñas dosis, de hecho es muy fácil ignorarlas y decirme a mí mismo que esto es así, que siempre ha sido así... Como una especie de fatalidad.
Ahora que por fin ponemos palabras a este sentimiento, me doy cuenta de la profundidad y el alcance de este fenómeno. De hecho, en el día a día, siento mucho fastidio, porque tengo la impresión de que tengo un segundo trabajo pero que no he elegido. Excepto que este trabajo, no puedes dejarlo, se te pega.

Además, es un montón de detalles que en sí mismos pueden parecer insignificantes, pero que acaban pesando en el día a día. Por ejemplo, en este momento, el problema es que mi mujer deja secar los cuchillos de carne hacia arriba... Lo cual es peligroso para nosotros y para nuestros dos hijos. Le he dicho cien veces que tenga cuidado, que los ponga a secar en la otra dirección, pero sigue poniéndolos hacia arriba. La molestia de la que hablaba es precisamente esa: nos preguntamos por qué sigue, por qué la otra persona no nos presta un poco más de atención... Es una verdadera incomprensión.

También siento esta carga a largo plazo y me lleva a reconsiderar el lugar que ocupo en mi relación, el valor que me da mi mujer.
Me explico: un día me preguntó si podíamos tener un gato. He dicho que no. Así que tuvimos tres...
Al final, uno de ellos fue adoptado por unos amigos y otro desapareció, así que sólo nos queda un gato. Pero todos los días me toca cuidarlo y se convierte en una especie de símbolo porque me recuerda algo que no quería pero que me fue impuesto y tengo que cuidarlo en contra de mi voluntad.
Todos los días nuestra gata hace marcas en las ventanas para indicar que quiere entrar: y así todos los días hay una nube de marcas en la ventana que tengo que limpiar... Y todos los días esta nube me recuerda que no quería un gato pero que no tenía otra opción. Como un pequeño reloj de arena que se agota, pone a prueba mi paciencia y me molesta.

Lo peor es cuando, ante tu enfado, la gente te responde con un "ah bueno, ¿por qué estás enfadado? Y eso era problemático con mi mujer, que no entendía mi situación y mis quejas. Finalmente, me tomé el tiempo de explicarle mis problemas cotidianos, le hice leer artículos sobre el tema y eso le ayudó a tomar conciencia de lo que estaba pasando. Ahora, cuando estoy enfadado y lo expreso, ella me entiende: y sólo eso me hace sentir bien, porque por fin me siento escuchado y considerado.

De verdad que es la carga mental  la real pesadilla a largo plazo… Todos deberían ser conscientes de lo que implica, de lo que hace, para que por fin podamos intentar equilibrar los papeles. Eso es lo que me hizo convertirme en feminista, incluso siendo hombre: entiendo a todas esas mujeres que están agotadas de ocuparse de todo sin ninguna consideración a cambio. Y de nuevo, ¡tengo la suerte de ser hombre y no sufrir otras formas de discriminación!"


3. 4 formas de pensar en una solución

Estoy de acuerdo contigo: cuando vemos una injusticia así, lo primero que hay que hacer es buscar una solución...
... ¡Salvo que no es tan sencillo!

Porque la carga mental es una de las consecuencias directas de nuestro laaaaaargo linaje patriarcal. Así es: las mujeres están en la cocina y los hombres en el trabajo. Son ellos los que tienen que aportar el dinero, y si la mujer quiere encontrar también un trabajo, es su problema: es ella la que tiene que arreglárselas para compaginar la vida laboral con la familiar.

El caso es que sigue siendo muy complicado que algunos entiendan que las tareas domésticas deben repartirse de forma equitativa (como has visto en las cifras que te he dado antes, no todos los hombres están dispuestos a cambiar su comportamiento).

Entonces, en términos concretos, ¿qué se puede hacer para cambiar un sistema que lleva siglos en vigor?
Propongo 4 formas de pensar para dejar de desvivirse. .

A nivel gubernamental: 

  • Proporcionar a los padres un permiso de paternidad equivalente al permiso de maternidad, o al menos garantizar la presencia de los padres durante el permiso de maternidad y así dejar de lado lo que es la carga mental. 

A menudo se dice que las madres necesitan más el permiso parental para tomarse un tiempo de descanso tras el parto o para volver a entrenar adecuadamente el perineo.
Pero, ¿realmente tienen tiempo para cuidarse si también tienen que pensar en las tareas domésticas mientras cuidan de su bebé? En lugar de sacar la carta mágica de la abuela, sería interesante contar con la presencia del padre desde los primeros pasos de la paternidad. 
Porque, francamente, una baja maternal en solitario ya no es una baja... Es más bien un trabajo parental.

  • Hablar de este tema en la escuela para enseñar a todos la división natural del trabajo en una familia.

Es el caso de Japón, por ejemplo, donde se enseña a los alumnos a limpiar el entorno de la clase, tanto a las chicas como a los chicos. Es una excelente manera de que cada uno sea consciente de su papel, independientemente de su sexo, y de integrar esta práctica en la vida cotidiana.
A menudo hablamos de la "escuela de la vida" en sentido figurado, pero creo que también hay un sentido literal que explotar. La escuela nos enseña matemáticas y francés, pero también a vivir en comunidad, y de hecho ayuda a construir los ciudadanos del mañana. Por lo tanto, la educación escolar debe abordar también las cuestiones de igualdad, tratando temas como el sexismo y la carga mental que lo refleja.

En nuestra relación:

  • Hábla de lo que es la carga mental abiertamente con tu pareja sin miedo a poner los puntos sobre las íes.

Explícales que sí, que ocuparse de una casa es moralmente agotador; que un niño está hecho por dos personas y que, por lo tanto, corresponde a ambos padres ocuparse de él; y que, finalmente, no es tan complicado coger una esponja y fregar un poco de vez en cuando... 
Explicar, pero también hacerse oír: no se trata de mencionarlo, sino de insistir en el tema para dejar claro que estamos hartos. Que yo sepa, tu pareja también es un adulto responsable: no hay necesidad de seguir siendo su madre.

  • Tómate un tiempo para ti, para dejar este peso a un lado para un merecido descanso.

Ser una empleada, madre y esposa modélica puede hacerte olvidar que eres una mujer ante todo, y que te mereces un tiempo a solas contigo misma. Desde una simple tarde de relax en un baño hasta un auténtico viaje en solitario, cada una tiene su propia manera de desconectar...

Aunque sólo puedo recomendarte que vayas de vacaciones. Sí, el aventurero del mañana es una mujer: nada que ver con Indiana Jones.

Si no puedes ir sin tu bebé, por la razón que sea, no te preocupes: viajar con tu bebé es posible, como lo cuenta Gill.

En realidad, lo que hay que hacer es que cada uno, a su nivel, decida soltar el peso de lo que es la carga mental. Porque mientras lo llevamos, mientras lo aceptamos, es invisible; y es el día en que decidimos poner la bolsa en el suelo cuando los demás pueden ver por fin lo que estábamos sosteniendo a nuestras espaldas.

Y entonces, negarse a llevar esta carga significa parar la máquina. Porque seamos sinceros: si tuviéramos que esperar a que se tomarán verdaderas decisiones de gobierno en nuestra dirección, sin sugerir a los que nos rodean, todavía no tendríamos derecho a votar...

Como nadie quiere ver nuestra situación, impongámosla a los demás.

Al fin y al cabo, que yo sepa, no hay ningún gen específico inherente al género femenino de la limpieza o la cocina. Y sí, siento decepcionaros, queridos refranes sexistas, pero el lugar de la mujer no es exclusivamente la cocina, al igual que el papel del hombre no es sólo llevar el dinero a su familia. De ahí los límites de las tendencias "entre chicas".

Es una evidencia que merece ser destacada para combatir mejor estas pequeñas injusticias cotidianas que acaban siendo una peligrosa carga para las mujeres... Y que Maxime nos comentó con acierto, demostrando la importancia de este tema aún reciente: ¡la carga mental no se introdujo en el diccionario Larousse hasta 2020!

¿Qué es la carga mental? Pues, es un tema que reúne muchos factores (el patriarcado, el sexismo ordinario, la vida conyugal), se aplica a muchas nociones (la familia, el hogar, el trabajo) e implica innumerables consecuencias (incluidos los riesgos de agotamiento).

De hecho, podría hablar de esto durante mucho tiempo, pero desgraciadamente tengo que dejarte...
... Mi pareja y yo tenemos que ir de compras juntos.


Traducido del francés por Inès El Aoufir

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