Viajar con un bebé : su historia

¿Eres madre de uno o varios bebés y estás dudando en irte de viaje con ellos?

 

No te atreves a dar el paso por: miedo a que te juzguen los que te rodean, dificultades para organizarte o dudas sobre la seguridad de tu hijo. 

¡Deja de preocuparte!

En primer lugar, tú también tienes derecho a disfrutar incluso en tu papel de madre.

En segundo lugar, no te preocupes. Otras madres ya lo han hecho y nos cuentan su testimonio hoy. Si ellas pueden, tú también. 

Conoce a Gill, madre de dos niñas, que nos cuenta su experiencia durante un viaje con una de las pequeñas. Desde La Rochelle, una encantadora ciudad costera del suroeste de Francia, Gill viajó a Coleraine, en Irlanda del Norte, con su hija de 4 meses.

Así que le hice preguntas sobre su viaje, para que me diera consejos y me contase anécdotas...

"Volé de La Rochelle a Stansted, una ciudad con un gran aeropuerto donde luego tomé un segundo avión a Belfast, en Irlanda del Norte. Una vez que llegué a Belfast, tomé un taxi hasta Coleraine y llegamos en una hora aproximadamente".

"Elegí volar porque era lo más fácil. No es necesariamente lo más rápido, pero sí lo más barato y conveniente para viajar con un bebé. Ya había viajado en tren con mi hija y sabía que es un transporte complicado para manejarse sola con un bebé, entre cambios, equipaje, etc. El avión es mucho más fácil. No hay vuelos directos a Irlanda del Norte, pero conozco los aeropuertos de Stansted y Belfast, estaba en un lugar que me resultaba familiar, lo que hizo que viajar con mi hija fuera menos estresante".

"Lo bueno de tener un niño pequeño es que tienes prioridad en la cola para facturar y embarcar, y cuando lo llevas en tus brazos desde tu llegada al aeropuerto, es mucho más agradable que tener que esperar horas y horas cargando con todo.

El punto negativo de estar sola en el aeropuerto: el carrito. Es muy útil e incluso imprescindible para moverse por el aeropuerto (sobre todo en las capitales donde son más grandes). El mío era ligero y manejable, así que era bastante práctico, sobre todo cuando mi hija estaba durmiendo y yo tenía que ir al otro extremo del aeropuerto con todo nuestro equipaje. Eso sí, cuando tienes que plegar el carrito antes de embarcar mientras llevas al bebé en brazos y tienes cuidado con tus pertenencias se hace mucho más complicado... y una vez terminado el vuelo tienes que volver a empezar cuando recuperas el carrito al bajar. Mi consejo para evitar este lío es no dudar en pedir ayuda a las azafatas (o incluso a la gente que te rodea).

En el avión había llevado algo de beber para mi hija para evitar que la presión le hiciera demasiado daño a los oídos. Había cambiado mi carrito por una mochila portabebés en la que iba perfectamente sujeta y encajada, pero la azafata insistió en que la sacara de ella y la pusiera en un asiento sostenido sólo por un cinturón que no la sujetaba lo suficiente para mi gusto. Yo no estaba muy de acuerdo y los demás pasajeros pensaban que era un poco absurdo sentar a un bebé como a un adulto, pero no tenía otra opción. 

Otra cosa que había planeado era la comida. Cambié a mi hija antes de embarcar para que estuviera limpia y pudiera hacer sus necesidades durante el vuelo si quería. Esperé hasta el despegue para darle el biberón, lo que la mantuvo ocupada durante un rato y luego se durmió rápidamente. Mi gran estrés era que no se durmiese, no se sintiese segura ni cómoda y se pusiese a llorar. Se está mucho más tranquila con un bebé dormido porque es un bebé que no llora jaja. A la gente no le gusta que los niños lloren, especialmente cuando no son suyos...

De todos modos también tenía algo para calmarla y tranquilizarla si lo necesitaba, su manta, una manta que huela a casa y la tranquilice, además de todas las cosas posibles para divertirla y llamar su atención. También intenté ser lo más zen posible o hablarle con voz segura para que se sintiera confiada".

 

"Una mochila para el viaje que esté compuesta por todo lo que solemos llevar cuando viajamos con un bebé o cuando lo llevamos a casa de amigos.

En la mía había comida, algo para beber, su biberón, su peluche, una muda si se ensuciaba con algo para limpiarla rápidamente (toallitas, toalla), un babero, algunos juguetes y su carnet de salud.

También tenía una manta para envolverla en el avión, ya que puede hacer bastante frío cuando se está en altitud.

En cuanto a la comida, te aconsejo que siempre lleves de más, nunca se sabe si el transporte se retrasa o incluso se cancela y cuando un bebé tiene hambre es mejor tener algo para alimentarlo…

Pude poner en práctica este consejo al volver de mi viaje a La Rochelle. El avión no aterrizó en mi casa, sino en Tours, donde, para compensarnos, la compañía nos pagó un taxi para volver. Créeme, estaba muy contenta de tener algo de dar a comer a mi hija en ese momento.

Por supuesto, también tenía el pasaporte de mi hija, que ni siquiera se mantenía erguida por sí misma para su foto. Como en ese momento no tenía el mismo apellido que ella, me hicieron un control en el registro donde me pidieron un documento firmado y sellado por el ayuntamiento que certificara que ese bebé era mío y que podía salir del territorio con él. Para las madres que no tienen el mismo apellido que su bebé, os aconsejo que vayáis al ayuntamiento antes de viajar para informarse, de lo contrario no podréis salir si no tenéis el documento. Por mi parte, mi suegra, que me había dejado en el aeropuerto y que seguía esperando conmigo en ese momento, pudo certificar que el bebé era efectivamente mío y, por tanto, pude irme. 

En la maleta había metido toda una serie de medicamentos de emergencia por si los necesitaba sobre la marcha, como algo para la fiebre, un jarabe, un gel para las encías y algo para el dolor de oídos, en fin, todas las dolencias habituales que podrían molestar a mi hija. También había metido en la maleta pañales para tener algo con lo que cambiarla al menos los dos primeros días en caso de no encontrar sus pañales y toallitas habituales. Por último, también había previsto una cantidad de ropa en función de lo que íbamos a hacer. A los 4 meses, entre regurgitaciones y babas, la ropa se cambia regularmente durante el día. Había planeado unos 4 conjuntos por día durante 3 días sabiendo que podía lavarlos allá. Como íbamos a Irlanda había previsto ropa de abrigo y un saco de dormir lo suficientemente grueso para que mi hija durmiera a gusto".

"Personalmente, no tuve que anticipar muchas cosas antes de la organización del viaje, aparte hacer la maleta y preparar los documentos administrativos. También verifiqué las vacunas de mi hija, y eso fue todo, ¡sólo tuve que volar a Coleraine!"

"En este viaje conocía el destino, ya había estado allí por mi cuenta. Elegí un destino en el que me sentía cómoda, en el que sabía que no tendría que buscar mucho para encontrar un lugar donde comprar pañales y que hubiera un médico cerca si lo necesitaba. Me quedé en Europa y elegí un destino que no fuera ni demasiado largo ni demasiado complicado. Cómo sabía que mi hija, a esa edad, no disfrutaría tanto del viaje, elegí un lugar que me gustaba a mi ante todo, que me atraía y que quería descubrir".

"Para los viajes cortos o los paseos por la naturaleza, para hacer senderismo, etc., la opción más práctica es sin duda un portabebés. Sin embargo, prevé siempre tener un carrito contigo o intenta ver si hay uno disponible allá donde vayas. Para pasear por la ciudad, el carrito será más divertido y si vas con tus dos hijos será aún más útil. Personalmente, estaba muy contenta de poder poner a mi hija en el carrito de vez en cuando y no tener que llevarla las 24 horas del día. Además, a menudo viajaba con una mochila, lo que me resultaba más cómodo para tener las cosas a mano sin que me estorbaran".

En lo que respecta a viajar con un bebé, también puedes leer el testimonio de Sophie sobre su viaje a Túnez con su hija.

"En general, los bebés son aceptados en los diferentes alojamientos que se pueden encontrar. Lo que es más complicado es encontrar un lugar que tenga una cuna o incluso un carrito disponible. A veces, los lugareños son mucho más generosos y comprensivos que las grandes cadenas hoteleras, a las que no les importa realmente si tienes un bebé o no. La mayoría de las veces se preocupan más por la comodidad de sus otros huéspedes que por la tuya cuando llegas con un niño pequeño".

Por cierto, en SisterHome, las estancias no sólo están reservadas a las mujeres solas, también puedes alojarte con tu hijo si es menor de 12 años. 

"De manera general, sí. Para mí el viaje fue muy fácil, mi hija estuvo muy tranquila, durmió cuando tenía que dormir y comió cuando tenía que comer. Además, estaba acostumbrada a hacer este trayecto y cuando llegué allí fue todo igual de bien que cuando estaba sola. Fue un placer y me resultó fácil. 

En general, la gente es superguay y comprensiva y la mayoría no dudó en ayudarme cuando se lo pedí. Una persona me cedió su asiento cuando vio que venía con mi portabebés y otra incluso sostuvo mi biberón para liberar una mano.

Eso sí, si mi hija se ponía a llorar aunque fuera un poco, todas las miradas estaban puestas en mí, lo único que deseaba la gente era que parara. Mi consejo al respecto es que ignores las miradas, te será más fácil calmar a tu hijo si estás tranquila que si empiezas a preocuparte por el juicio de los demás."

"Mi anécdota de viaje sería que fui a Irlanda, un país que tiene fama de tratar a los niños como reyes. Al principio no me lo creía, pero una vez que llegué allí lo sentí de verdad, sobre todo con mi hija, que es una pequeña pelirroja. Estaban embobados con ella jaja".

"Para todas aquellas que quieran viajar con su bebé, sólo puedo decirles que ¡adelante! Ves serena, tranquila y todo irá bien. Una mamá zen equivale a un bebé zen y a un viaje que irá aún mejor. No dudes en planificar más de lo necesario y pide ayuda a tu alrededor y, sobre todo, recuerda que puedes hacerlo. Si has conseguido llevar a tu bebé a casa de un amigo puedes viajar con él, es lo mismo, sólo que un poco más largo". 

Entonces, ¿Gill te ha convencido? 

En cualquier caso, como mujer y madre, no esperó a que la opinión de los demás cambiase para dar el paso e ¡hizo un viaje mágico! 

Ahora sólo tienes que elegir tu destino y, por qué no, dormir en la casa de una anfitriona. El encuentro será, sin duda, mucho más agradable que si coges un hotel.

 
 Traducido del francés por Fatima Valero Bada