25 de diciembre de 2016, partida hacia la India.
Mi primer viaje en solitario con mi mochila.
Me fui con el volumen de una mochila de 60 litros, bien lleno. Después de un mes viviendo en este país de muchos colores, me dejé atraer por diferentes compras para traer cosas encargadas por mis amigos, recuerdos para mis hijos... En definitiva, me encontré con un problema: ¡cómo meter todo esto en mi maleta!
Llegó el momento en que me di cuenta de que mi mochila estaba "mal llenada". Hasta entonces no había explotado todas las posibilidades, todos los espacios libres. Ante una cierta "obligación", saqué todas mis cosas y recordé algunos consejos que había leído antes de mi partida, ¡cuya aplicación me había parecido secundaria!
Doblé toda la ropa, la limpia y la sucia, y luego la enrollé bien: ¡una forma de comprimir el espacio y también de tener ropa con pocas o ninguna arruga! Puse mi mochila de piel para cargarla, en lugar de recostada, porque tenía un cierre de arriba a abajo para facilitar el acceso. Hasta entonces, para facilitar el uso, había apilado mis cosas como una maleta.
He ahorrado casi un 30% de mi espacio: ¡qué alegría!
Así que, de vuelta a Francia, decidí invertir en el volumen de una mochila de 45 litros (con opción de 50 litros) y de un tamaño que me permitiera meter la bolsa en la cabina en los vuelos. Desde entonces, cada vez que viajo, lleno mi nueva mochila a conciencia, cuidando de utilizar todo el espacio y así poder viajar con la mente libre...
Sofi, viajera entre Francia y Marruecos desde hace más de 2 años
Traducido por
Nathalie AHUÉS