Mi primer viaje sola…a los 60 años

Me llamo Anne-Marie y tengo 63 años. Llevo 7 años jubilada y el deseo de irne de viaje sola me vino hace 4 años.
1. Una primera oportunidad perdida
He trabajado como enfermera en un entorno hospitalario durante toda mi vida profesional... Cuando elegí mi carrera en 9º curso, anuncié con orgullo que quería ser "enfermera en un barco". Originaria del Canal de la Mancha, iba a menudo a Cherburgo con mis padres para ver la llegada de los transatlánticos al puerto. Una visita al Queen Elizabeth con un amigo de mis padres contribuyó sin duda a mi deseo de viajar. No fue así, pero pude ejercer mi profesión con pasión... en tierra.
Un verano, cuando tenía 21 años, tuve la oportunidad de irme. Un pequeño anuncio colgado en un velero en el puerto de St. Malo había llamado mi atención. Buscaban a alguien que cocinara y cuidara a dos niños durante un crucero de tres meses.¡Un sueño hecho realidad!
La joven pareja aceptó inmediatamente mi solicitud porque era enfermera a pesar de nunca haber navegado antes. El acuerdo estaba hecho, debería haber salido y realizado el sueño de mis 15 años pero el tráfico en la carretera en pleno verano (tenía que recoger algunas cosas) me hizo llegar demasiado tarde y perder la salida. ¡La marea no espera!
2. Una vida completamente diferente
¡Qué descuido! Me habría ido, sin avisar a mi familia, a mi trabajo, a mi proprietaria, abandonando mi coche nuevo en el aparcamiento del puerto. Si no he realizado este sueño, la vida me ha mimado por lo demás con un marido y dos niños estupendos, perros bonitos. He tratado de vivir mi vida plenamente y con alegría. Mi trabajo me ha permitido existir, sentirme útil, encontrar mi lugar: un trabajo no siempre fácil pero muy enriquecedor para la naturaleza humana.
Todo lo que hagamos en la vida, tanto las pequeñas cosas como las grandes, los encuentros, un paseo cerca de casa, un trabajo, tomará la dimensión que queramos darle. Todo dependerá del alma del corazón, del deseo que pongamos en él... La belleza aparece para quien sabe mirar. No es necesario ir a la punta del mundo. Es estupendo poder hacerlo. Lo he hecho, pero allí, justo al lado mío, me encontré a mi misma, a través de mis caminatas solitarias, durante quince días cada verano, a lo largo de la costa bretona.
Si todavía está dudando en dar el paso, aquí tiene 7 buenas razones para irte de viaje sola.
3. Una nueva necesidad
¿Quién soy yo? Una mujer sencilla, ciertamente muy sensible, tornada hacia los demás, mi familia en primer lugar, pero también todos los pacientes que he atendido; todos los encuentros, cada uno más enriquecedor que el anterior, que te hacen pensar, avanzar en la vida... Lo que me gusta es la sencillez, la naturalidad, la espontaneidad, la generosidad. Evito lo superfluo, el protocolo, los prejuicios, las personas complicadas y todo lo que pueda agobiarme en la vida. De hecho, ¡lo intento! Creo que soy generosa y atenta con los demás.
Dicho esto, después de mi juventud, sentí un cierto cansancio y fatiga. Sentí que quería que alguien me cuidara mejor, y como dicen, "nunca mejor servida que por sí misma". Me dije que tomar un poco de distancia respecto de mi vida cotidiana sin duda me haría bien.
Salir, tener tiempo sólo para mí, ser totalmente libre en cuerpo y mente. He viajado por Francia y por el extranjero con mi marido y mis dos hijos y tengo recuerdos maravillosos. Las vacaciones del club y las excursiones no eran más que diversión.
Lo que descubrí viajando sola es completamente diferente, es una verdadera cura de rejuvenecimiento.
Desde mi infancia, tengo cierta falta de confianza en mí misma y a menudo tiendo a subestimarme; pero, por otro lado, tengo una voluntad de hierro y soy perseverante. Lo que me permite compensar viajando sola, paso a paso, encuentro tras encuentro, sentí una fuerza física y mental; una plenitud, una serenidad extraordinaria, insospechada. Esa confianza en mí mismo que tanto había echado de menos, por fin pude tocarla con el dedo.
4. Bienestar mental y físico
Cuando me fui por de viaje sola a los 60 años, sabía que buscaba algo muy personal, poco definido, pero sabía que merecía la pena.
Una vez fui con un amigo al que quiero mucho. Fue una experiencia especial. Me permitió conocerme mejor, saber lo que quería y también lo que no quería, es decir, depender de otra persona. Mi libertad se redujo, los encuentros fueron totalmente diferentes y no tan intensos.
Si no sabes cómo organizarte, aquí tienes algunos consejos útiles para tu preparación.
Estas horas de soledad son como un gran lavado para mí. La cabeza se vacía, el cuerpo se fortalece. Te sientes bien... ligera.
Traducido por Nathalie Ahués
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