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Viajar con amigas: entre mitos y realidad

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Recuerdo el día en que Laura me propuso hacer un viaje entre amigas.

Fue hace algunos años. Éramos un pequeño grupo de cuatro chicas, estudiantes sin recursos pero muy unidas, y queríamos descubrir el mundo.

Así que a Laura, una entusiasta con sed de aventura, se le ocurrió la idea y, sin pensarlo mucho, decidimos seguirla. 
Y así es como acabamos en Londres durante una semana loca. 

Suena muy bien cuando lo pones así, ¿no? 
¿Y si te dijera que, en realidad, las cosas no son tan sencillas? 
Por ejemplo, Laura no movió un dedo para encontrar nuestro alojamiento y Caroline refunfuñaba en cada restaurante porque la comida no era de su gusto... 

Me di cuenta de que este viaje, del que aún guardo muy buenos recuerdos, no era tan halagüeño como había imaginado.

Bueno, mi experiencia no fue tan sorprendente como el viaje de Amélie a Bulgaria, pero debo decir que me decepcionó un poco el comportamiento de mis amigas, que hizo que este viaje fuera menos emocionante de lo que esperaba.

Lo bueno es que me abrió los ojos a lo que supone viajar con amigas: entre los mitos y las realidades, hay muchas discrepancias entre la imagen que tenemos y los hechos una vez que estamos allí.

Así que he decidido compartir con vosotras mi realidad sobre el tema. 
Tal vez reconozcáis algunas de vuestras propias experiencias...

Mito número 1: Viajar con amigas facilita los preparativos

tres chicas mirando mapa .jpeg
De modo que esta es una gran idea. 

Hay que decir que se basa en una lógica, a priori, infalible: cuantas más personas haya, más tareas se pueden repartir, más eficiente se puede ser en la organización del viaje.
Es cierto que en un mundo ideal, así es como funciona. 

Pero luego, cuando trabajas en grupo, te das cuenta de que la vida dista mucho de ser una película de Disney y que siempre hay quien hace menos que los demás aprovechando su entrega.

Realidad:

Te puedo asegurar que viajar con amigas es lo mismo. 
Siempre hay una que hace menos que las demás, que incluso puede desaparecer discretamente durante todos los preparativos y sólo volver para subir al avión.

Por supuesto, no se necesitan diez personas para encontrar destinos y comparar las diferentes formas de couchsurfing. Pero cuando te encuentras sola buscando diferentes precios, diferentes medios de transporte, diferentes soluciones, te puedo asegurar que la organización del viaje da un giro inesperado. 

Ah, sí, no hay nada que se compare a unas vacaciones entre amigas: de repente estás jugando a ser agente de viajes con clientes exigentes.
Porque además, ocurre que esas mismas amigas que no te ayudan, se hacen las duras con tus sugerencias.

Es suficiente para querer dejar todo atrás y viajar sola. Viajar sola VS viajar con amigas... Es un verdadero debate que merece reflexión.

En cualquier caso, si tienes que organizarlo todo tú sola... También podrías disfrutarlo en solitario.

Mito número 2: Vivir una aventura humana única

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Bueno, en primer lugar, el término "aventura humana" es uno que me gustaría que alguien me explicara... Se utiliza de todas las maneras y acaba perdiendo su significado.

No, porque eso de "ya verás, viajar con tus amigos es una auténtica aventura humana", ¿qué significa exactamente? 

Si eso significa quedarte sola con tus amigas, hablar con ellas y no abrirte nunca a los demás, entonces sí, en cierto modo, vas a vivir una aventura humana única y exclusiva.

Realidad: 

En cambio, si, como yo, piensas que se trata más bien de conocer el país que visitas, abrirte a las tradiciones locales, enriquecerte con tus descubrimientos y aprender de este nuevo entorno, creo que estamos ante un nuevo mito.

Hay que decir que cuando vamos con amigas, tendemos a mantenernos al margen: dormimos en hoteles, vamos a restaurantes, charlamos durante la visita... Y eso es todo.

Camille, una amiga, compartió conmigo una anécdota que me parece muy representativa. "Un día fui a España con dos grandes amigas. Teníamos muchas ganas de disfrutar de este país: todas hablábamos un poco de español y ya pensábamos en compartir veladas con los lugareños, hacer nuevos amigos y divertirnos hasta el final de la noche. Pero al final, nos pasamos el día en la piscina del hotel antes de ir al restaurante y luego al bar... Siempre compartimos entre nosotras, nunca nos abrimos a los demás. 

Recuerdo que la tercera noche se nos acercó una chica, curiosa por oírnos hablar en francés... Y al final, estábamos tan metidas en nuestras conversaciones que no nos esforzamos por traducir nuestras historias y se fue. 

Como resultado, no descubrí mucho de España: aparte de las tapas, algunas calles de Valencia y varias copas de vino local. Ese es mi gran pesar, aunque en ese momento no sentí que me perdía mucho".

En cambio, cuando se viaja en solitario, se dedica tiempo a descubrir el destino, a saborearlo y a sumergirse en él, sobre todo si se opta por dormir en la casa de un lugareño, que es la puerta de entrada a un hermoso descubrimiento.

Hay muchas razones para ir de vacaciones en solitario y, si lo que buscas es una verdadera aventura humana, ésta es sin duda la mejor manera.

Si sigues prefiriendo viajar con tus amigas, sólo puedo aconsejarte que seas lo más abierta posible: cuesta un poco de esfuerzo, pero resistir la llamada del grupo te abrirá muchas puertas. 

Mito número 3: Reír a más no poder

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Personalmente, esta afirmación es la que me hace sonreír.

Muchas de nosotras tenemos esta imagen en la cabeza: un grupo de amigas muy unidas que, durante un largo viaje, comparten innumerables risas y momentos de complicidad.

Es cierto: Viajar con amigas trae muchas sorpresas, a menudo hilarantes. Pero en lo que no pensamos es en las tensiones y discusiones que también pueden surgir.

Realidad: 

De hecho, no todo es divertido, o al menos no siempre estarás de acuerdo. Que tú quieras ir de excursión no significa que Chloe vaya a querer acompañarte: si ella prefiere pasar el día haciendo kayak, ¿cómo os pondréis de acuerdo?

Eso es lo que reprocho de este mito: el hecho de que viajes con tus amigas no significa que siempre vayas a querer las mismas cosas, al contrario.
Irse de vacaciones es una verdadera pausa en la vida cotidiana, un momento raro que se quiere disfrutar a gusto. Pero cuando estás con otra persona, tienes que hacer sacrificios, renunciar a ciertas actividades, o incluso simplemente aguantar cuando estás molesta para mantener un buen ambiente de grupo.

Vas a convivir con tus amigas durante estos pocos días o semanas de viaje: pero no estáis acostumbradas a esto y necesariamente os encontrareis con momentos de incomprensión o malentendidos.

Puede parecer una tontería, pero te aseguro que a largo plazo pasa factura. 
Por ejemplo, yo soy de las que se levantan tarde (así es, tengo una relación pasional con mi cama): Laura es de las que se levantan temprano y era una verdadera fuente de conflictos.
Yo prefiero levantarme más tarde pero disfrutar hasta las primeras horas de la noche, pero ella prefiere las mañanas y acostarse temprano. 
Tuvimos que aclimatarnos la una a la otra, pero al final ni ella ni yo pudimos llevarnos bien, por lo que estuvimos frustradas durante todo el viaje.

Así que, antes de empezar a reírte a carcajadas durante tu viaje con tus amigas, piénsalo y háblalo con ellas para organizar mejor tu agenda. 

¡Es hora de admitir tu relación apasionada con tu cama ante todo el mundo!

Mito número 4: Reforzar vínculos fuertes e indestructibles

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Este es sin duda el punto más discutible.
Por un lado, es obvio que una experiencia así les unirá más: compartirán recuerdos comunes, anécdotas hilarantes y a veces conmovedoras. 

Viajar, aunque sea cerca de casa, aunque sea breve, siempre aporta algo y se aprende mucho de lo vivido.

Compartirlo con las amigas es muy enriquecedor y te acerca a ellas. 
Esto me recuerda mi fin de semana improvisado con mi amiga finlandesa, a la que conocí durante un viaje en solitario. Fuimos a Roma por capricho: dos días cortos pero intensos que nos unieron de por vida por todas las aventuras que nos sucedieron... 

Realidad : 

La cuestión es la siguiente (ese "pero" lo veías venir, ¿verdad?): a veces un viaje puede separarte de tus amigas o, de forma menos extrema, poner de manifiesto las diferencias entre tú y ellas. Y sí, no todas estamos hechas para estar acompañadas durante nuestras vacaciones.

Recuerdo una noche en Londres en la que todo fue (relativamente) bien hasta que un simple asunto de pizza... 
Tres de nosotras queríamos comer en un restaurante pero Caroline prefirió otro. Esta simple anécdota se convirtió en un verdadero tema de tensión: ella no quería comer en el restaurante que habíamos elegido, hasta el punto de que tuvimos que dividir nuestro grupo para complacerla...

Un capricho ridículo, lo reconozco, pero que claramente rompió nuestra dinámica inicial. Las tensiones, cuando se viaja con amigas, surgen a menudo de forma inesperada sobre un tema imprevisto... Y sus lazos, en lugar de soldarse, a veces, por el contrario, se ven un poco sacudidos.

Se dice que la comunicación es la clave de una relación, y eso también es cierto para los amigos. Así que no dudes en hablar abiertamente con tus amigas, antes de que una pizza se interponga.

Mito número 5: Construir los mejores recuerdos de tu vida

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Cierto... Pero falso al mismo tiempo.

De hecho, todo depende de lo que sea "mejor" para ti.

Viajar con tus amigas es una fuente inagotable de recuerdos por todo lo que compartiréis: risas, confidencias, aventuras... El tipo de anécdotas que recordarás con una sonrisa y te dirás que realmente has tenido un viaje memorable.

Hice un viaje en scooter con una de mis mejores amigas y, a pesar de todos los problemas que pasamos, puedo asegurar que este viaje fue un recuerdo divertidísimo que me gusta compartir. 

Cada vez que vuelvo a reencontrarme con ella, tenemos que pasar por una pequeña fase nostálgica en la que recordamos aquel día en el que llovió y se pinchó la rueda... O la vez que condujimos tres horas en dirección contraria. Pensábamos en lo  extraño que era acercarse a las montañas cuando estábamos buscando el mar.

Realidad:

Pero, como seguramente que te has dado cuenta, yo también he tenido la suerte de hacer muchos viajes en solitario, y los recuerdos que me llevo de ellos son especiales.

Puede que no sean tan divertidos o absurdos como los que he compartido con mis amigas: pero son los mejores que tengo, porque gracias a estas experiencias me he construido a mí misma. 

De hecho, mis recuerdos de los viajes en solitario son las motivaciones que me guían a diario: cuando me enfrento a una dificultad, me digo a mí misma que aún fui capaz de ir a Italia con 16 años cuando no hablaba ni una palabra de italiano. 
Cuando me encuentro ineficaz, o paralizada por la inercia, recuerdo que fui a Alemania y conseguí salir adelante hasta el punto de conocer a algunas de las personas más bellas de mi vida.

Podría dar muchos más ejemplos de lo que he ganado con los viajes en solitario, pero todo está explicado en las 5 razones para viajar en solitario.

Los mitos son difíciles de romper: es difícil deconstruir una imagen que ya se tiene.

Sin embargo, es un proceso importante porque nos permite tomar conciencia de la realidad que nos espera... Y evitar muchas desilusiones.

No digo que viajar con amigas te traiga problemas y decepciones, al contrario, algunos viajes pueden ser increíbles si prestas atención a todos estos pequeños puntos.
Sólo quiero recalcar que no hay que soñar demasiado: viajar con amigas puede ser una gran experiencia que se puede ver alterada por cualquier cosa.

Ojalá hubiera pensado en todo esto cuando Laura me propuso aquel viaje entre amigas: hubiera sabido cómo suavizar un poco los problemas que encontramos para aprovechar al máximo aquella aventura en Londres.

Pero al igual que la práctica hace la perfección, los viajes también lo hacen. 


Traducido del francés por Leydis Durango Elles

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