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Viajar sola a los 70 para conocer otras mujeres senior solteras

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¿Quién habría creído que a los 70 años descubriría por fin la verdadera libertad?

Mis amigas me miraban con preocupación cuando les comenté mi proyecto de viajar sola. "Nicole, a nuestra edad..." Pero precisamente, ¡es exactamente a nuestra edad cuando hay que atreverse! Después de años ocupándome de los demás, me di cuenta de que estas vacaciones en solitario no eran un capricho de mujer mayor: era una necesidad.

Necesitaba demostrarme que esta experiencia aún podía enriquecerme, que el descubrimiento del mundo no se detiene con la jubilación. Elegir el primer destino cuando eres una mujer sola de 70 años requiere reflexión. Entre las advertencias sobre la seguridad y las ganas de aventura, tuve que adaptar mis sueños a mis necesidades.

¿Qué aprendí? Que un viaje organizado puede tranquilizar sin impedir disfrutar, que un grupo de viajeras puede convertirse en una familia temporal, y que partir soltera no significa quedarse sola.

Hoy comparto contigo esta experiencia para animar a todas aquellas que aún dudan.

Prepararme para partir sola por primera vez


Confieso que los primeros días tuve miedo. Miedo de todo: de perderme, de enfermar, de no saber arreglármelas con estos nuevos teléfonos. Así que me tomé mi tiempo, metódicamente, como siempre he hecho.

Primero el médico, para verificar que todo estuviera bien. Luego el seguro, uno que realmente cubra las necesidades de las personas de mi edad. Fotocopié todos mis papeles, anoté los números importantes.

 Mi hija me ayudó con internet, empezamos buscando hoteles, pero luego me topé con la página de NomadSister. A través de esta plataforma, encontré una comunidad femenina solidaria para compartir alojamientos, e intercambiamos historias sobre nuestros nietos. 

Poco a poco, la angustia se transformó en impaciencia.

Encontrar mi alojamiento, preparar mis trayectos, elegir mis cosas


Para este primer viaje quise simplicidad. Mi anfitriona NomadSister tenía un pequeño apartamento encantador en el tercer piso, con ascensor y una bonita vista de la ciudad.
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Mi maleta era ligera, con mis medicamentos en el equipaje de mano y zapatos cómodos. Llevé mi pequeña libreta para anotar mis impresiones, hábito de toda una vida. Esta organización minuciosa me tranquilizó enormemente antes de la partida.

Gestionar el presupuesto sin arruinarme


Con mi pensión tengo que cuidar no gastar demasiado. Por suerte, descubrí todas estas ventajas para personas mayores: la tarjeta dorada para el tren, los museos gratuitos los domingos, los menús a precio reducido entre semana.

Viajé en octubre, fuera de temporada turística. Los precios eran más suaves y los lugares menos abarrotados, perfecto para una primera vez. Llevé mis cuentas en una pequeña libreta, como siempre he hecho.

Finalmente, este viaje me costó menos de lo previsto. Es una verdadera satisfacción gestionar bien el presupuesto.

Primera etapa: Francia, tan cercana y sin embargo tan exótica


Elegí Colmar para empezar.

¿Por qué Alsacia? Porque era francés, tranquilizador, pero suficientemente diferente de mi Provenza natal para transportarme. Esas casas con entramado de madera, esos canales, esa dulzura de vivir...

Caminé por las pequeñas calles, admiré los geranios en los balcones, probé el chucrut y el riesling. En el mercado charlé con una vendedora de quesos que me contó la organización de su boda.
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Estos momentos simples me recordaron por qué había tenido ganas de partir. Podría descubrir Francia toda la vida, aunque sea mi propio país.

👉 Si no logras decidirte para tu primer viaje, mira este artículo que aconseja los mejores destinos franceses.

Tomar gusto por la independencia y soñar más lejos


Este primer viaje me dio alas. De vuelta en casa, ojeo los folletos con una mirada nueva. Europa ya no me da miedo: Italia con sus iglesias y sus plazas soleadas, Portugal y sus azulejos azules. La idea de visitar Florencia o Oporto ya no es una fantasía.

👉 Si tienes preguntas, puedes mirar este artículo que te ayuda a preparar un
viaje sola por Europa.

Me uní a un grupo de viajeras de mi misma edad en internet (mis nietas me ayudaron). Intercambiamos nuestros buenos planes, nuestros flechazos, nuestras historias de abuelas alrededor de una tisana.
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A los 70 años aún aprendo, aún crezco. Mis horizontes se han ampliado, descubro nuevas actividades, y es embriagador.

Imaginarme aún más lejos


Hoy sueño incluso con Japón. ¡Sí, a mi edad! ¿Por qué no, después de todo? He leído testimonios de mujeres de 75 años que fueron allá. Por supuesto, requiere más preparación: seguro reforzado, vacunas, adaptación al cambio horario. Pero las ganas están ahí, tenaces.

Marruecos también me tienta
, por sus colores y sus perfumes. Ya no soy la abuela que se conformaba con su jardín. Me he convertido en una viajera, curiosa del mundo. Esta transformación pasados los 70 años es mi regalo más hermoso.

 👉 Por cierto, para asegurarte de encontrar un alojamiento seguro, te recomiendo encarecidamente que te registres en NomadSister, donde las anfitrionas solidarias están repartidas por todo el mundo, listas para acogerte como a su hermana pequeña. 

Viajes organizados: la seguridad ante todo


Si la aventura en solitario te asusta, los viajes organizados son una excelente solución. Ya he reservado un crucero por el Rin el año próximo.

Todo está previsto
: comidas, visitas, traslados. El guía conoce nuestras necesidades y se adapta a las pausas frecuentes, al ritmo adecuado, y da explicaciones claras. Es tranquilizador cuando empiezas a viajar sola estar rodeada de profesionales.

Los clubes especializados en personas mayores proponen fórmulas perfectas: acompañamiento médico, grupos pequeños, destinos enriquecedores.

Aquí algunas compañías reputadas:

  • Diana Senior Voyages: estancias a medida con acompañamiento médico.
  • Les Covoyageuses: circuitos en grupos pequeños exclusivamente para mujeres mayores.
  • TUI Seniors: amplia selección de destinos y ritmo adaptado a las necesidades de las personas mayores.

Atreverse a los encuentros


Resulta que viajar sola es la mejor manera de hacer encuentros. A los 70 años, inspiramos confianza, la gente se abre más fácilmente. En el tren hacia Colmar discutí con un joven que volvía a ver a su abuela. En el museo, una guía apasionada me contó la historia local como si la hubiera vivido.

Ya no dudo en abordar a la gente
, en preguntar mi camino cuando me pierdo. Descubrimos que la amabilidad es universal. Mis cabellos blancos son un pasaporte para la benevolencia. Es una ventaja insospechada de nuestra edad.

Las alegrías y los pequeños desafíos del viaje después de los 70 años


Viajar a los 70 años es saborear cada instante de otra manera. Tenemos tiempo, menos estrés, más experiencia frente a los imprevistos.

¿Un tren con retraso? La ocasión de tomar un café observando a la gente.

¿Un chaparrón? Nos refugiamos en una iglesia y admiramos las vidrieras.

Por supuesto, está la fatiga que llega más rápido, las articulaciones que protestan después de una larga caminata. Pero estas pequeñas molestias están ampliamente compensadas por el orgullo de arreglárselas sola, de mantener la autonomía. Cada viaje refuerza mi confianza en mí misma.

Un consejo en caso de problema


Mi regla de oro:
tener siempre conmigo mis papeles de identidad, mi tarjeta sanitaria, mis recetas y las coordenadas de mi hija. Anoto también la dirección de mi hotel y guardo siempre dinero en efectivo conmigo.

Cuando perdí mi tarjeta bancaria, el personal del hotel me ayudó, y mi banco lo solucionó todo rápidamente.

Estos pequeños incidentes forman parte del viaje.
Lo importante es no entrar en pánico y pedir ayuda. La gente es generalmente muy servicial con las personas mayores en dificultades.

Relatos y recuerdos: ellas lo hicieron a los 70 años


No estoy sola en esta aventura.

Annie, conocida durante una conferencia de viajes, se atrevió con Japón a los 74 años. Aún cuenta su asombro ante la cultura exótica y los cerezos en flor.
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Cathy, mi vecina, tomó el volante de su autocaravana después de la pérdida de su marido, atravesando los paisajes bucólicos de Francia, y esta libertad recuperada le devolvió la sonrisa.

Martine
, del club de bridge, eligió el Mediterráneo para un crucero apacible, donde disfrutó del mar y tejió amistades.

Ahora formamos un pequeño grupo de aventureras de la tercera edad. Nos reunimos para compartir nuestros descubrimientos, nuestras fotos, nuestros proyectos.

Preguntas que me hacía (y mis respuestas hoy)


¿Soy demasiado mayor para partir sola?


¡Jamás! Si lo sueñas, es que eres capaz. La edad incluso aporta ventajas: más tiempo, menos presión, más sabiduría para apreciar el instante presente. Me he cruzado con viajeras de 80 años llenas de energía.

¿El secreto? Escuchar el cuerpo, partir a su ritmo, elegir destinos adaptados. No dejes que nadie te desanime. Mis hijos acabaron por comprender que estos viajes me hacían feliz y más plena.

Tu edad no es un límite, es una ventaja para viajar de manera diferente, más serenamente, con más profundidad en los encuentros.

¿Se pueden tener descuentos a los 70 años?


¡Absolutamente! Es incluso uno de los placeres de esta edad. Infórmate siempre antes de pagar.

La tarjeta Senior+ de la SNCF ofrece hermosos descuentos. Numerosos museos son gratuitos para los mayores de 65 años. Ciertos restaurantes proponen menús especiales para mayores entre semana. Las agencias de viajes tienen a menudo tarifas preferenciales.

Incluso descubrí que ciertas compañías aéreas ofrecen servicios especiales: embarque prioritario, asistencia, descuentos en equipajes.

¿Y si tengo movilidad reducida?


No es un obstáculo infranqueable. Mis rodillas me hacen sufrir desde hace algunos años, así que adapto el ritmo de mis caminatas por la naturaleza. Elijo alojamientos con ascensor, privilegio las visitas en autobús, hago pausas regulares.

Ciertas agencias se especializan en viajes adaptados, los trenes y aviones proponen asistencia para personas con movilidad reducida. Incluso descubrí sillas de ruedas de viaje plegables, muy prácticas y muy cómodas.

Lo importante es anticipar e informar a los prestadores de servicios sobre nuestras necesidades. Se puede viajar con limitaciones físicas, basta con organizarse mejor y no tener vergüenza de pedir ayuda.

He aquí mi historia, la de una mujer ordinaria que se atrevió a lo extraordinario a los 70 años. Si aún dudas, recuerda que el pesar de no haber intentado es peor que el miedo al fracaso. Mis viajes han coloreado mi jubilación, me han devuelto la confianza en mí misma. A los 70 años aún se puede ser una aventurera. ¡La prueba!


Y para todas aquellas que quieran viajar, también pueden consultar estas guías:
VIAJE| ESTILO DE VIDA
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El equipo editorial:

Grandes viajeras, o mujeres que se lanzan a la aventura por primera vez, las editoras de NomadSister son todas apasionadas por los viajes. Comparten sus consejos y experiencias con ese deseo de darte alas.

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